¡Saludos y bendiciones!
Se acerca un nuevo ciclo navideño, una época llena de regalos, cenas, familia y viajes. Entre toda esta efervescencia, nos conectamos con lo profundo de nuestra infancia, cuando escribíamos cartas de deseos para Papá Noel, el Niño Dios, los Reyes Magos o ese ser mágico que convertía nuestros sueños en realidad.
Antes de sumergirnos en la lista de deseos, es el momento perfecto para reflexionar sobre el año que ha pasado. Este balance nos permite enfocarnos con determinación en lo que deseamos para el próximo año.
A lo largo de los años, mi lista de deseos ha evolucionado, transformándose y tomando mayor conciencia. Este cambio fue inspirado por las enseñanzas de Enrique Barrios. Lo que inicialmente parecía un cuento infantil se convirtió en el fundamento de mi trabajo con objetivos y deseos. Han pasado más de dos décadas desde entonces.
Comencé escribiendo doce deseos para el nuevo año, una lista que abarcaba aspectos de mi vida laboral, educativa, social y familiar. Cada deseo estaba orientado a atraer lo que deseaba en mi vida. Memorizaba cada deseo a modo de mandala, repitiéndolos cada mañana antes de levantarme, a media tarde después de almorzar y por la noche antes de dormir.
La hoja donde plasmé mis deseos se convirtió en un tesoro guardado celosamente en mi mesa de noche. De vez en cuando, volvía mi mirada hacia esas líneas escritas con esperanza. Poco a poco, me di cuenta de que algunos de esos deseos se estaban haciendo realidad.
Inicialmente, intentaba encontrar explicaciones lógicas para estos eventos. Sin embargo, con el tiempo, la lógica cedió espacio a la intuición y la sabiduría interior. Aprendí que las palabras tienen un poder increíble para crear, sanar y expandir. La opción está en cada uno de nosotros.
Año tras año, repito este ejercicio de escribir mis deseos, centrándome cada vez más en qué quiero, cómo lo quiero y cuándo lo quiero. Muchos de ellos se han cumplido, antes o después, pero siempre en el momento que más me conviene. Aquellos que no se cumplen son lecciones: o no nos corresponden o no es el momento adecuado.
Pensar en lo que pedimos al universo no es solo cuestión de un día. Requiere sentarse, tranquilizar el alma, aquietar la mente y dejar fluir lo más profundo de nuestro corazón. Y, por supuesto, actuar.
Te invito a dedicar un rato para conectar con esa lista de deseos para el próximo año. ¡Deja fluir tus deseos, escríbelos, repítelos como un mandala y deja que el Universo actúe! Estoy seguro de que te sorprenderá pronto.
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