El altar de muertos: origen y significado

Publicado October 30, 2014

El altar de muertos: origen y significado

    A través de la historia del hombre, el culto a los muertos se ha manifestado en diferentes culturas de Europa y Asia, como la china, la árabe o la egipcia, pero en las culturas prehispánicas del continente americano no ha sido de menor importancia; así, la visión y la iconografía sobre la muerte en nuestro país son notables debido a ciertas características especiales, como el sentido solemne, festivo, jocoso y religioso que se ha dado a este culto, el cual pervive hasta nuestros días.

    La muerte es un personaje omnipresente en el arte mexicano con una riquísima variedad representativa: desde diosa, protagonista de cuentos y leyendas, personaje crítico de la sociedad, hasta invitada sonriente a nuestra mesa.

    En México, las culturas indígenas concebían a la muerte como una unidad dialéctica: el binomio vida-muerte, lo que hacía que la muerte conviviera en todas las manifestaciones de su cultura. Que su símbolo o glifo apareciera por doquier, que se le invocara en todo momento y que se representara en una sola figura, es lo que ha hecho que su celebración siga viva en el tiempo.

    Es así, una ardua tarea entender la muerte y su significado, labor que abarca momentos de innumerables reflexiones, rituales y ceremonias de diversa índole, lo que ha erigido el máximo símbolo plástico de la representación de esta festividad: el altar de muertos. Dicha representación es quizá la tradición más importante de la cultura popular mexicana y una de las más conocidas internacionalmente; incluso es considerada y protegida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

    Para conocer más acerca de la festividad del Día de Muertos y el significado que tiene hoy el altar, es necesario echar una vista atrás a la historia, hacia las épocas prehispánica y colonial, para tener un panorama más amplio de su significado.

    La época prehispánica

    Los orígenes de la tradición del Día de Muertos son anteriores a la llegada de los españoles, quienes tenían una concepción unitaria del alma, concepción que les impidió entender el que los indígenas atribuyeran a cada individuo varias entidades anímicas y que cada una de ellas tuviera al morir un destino diferente.

    Dentro de la visión prehispánica, el acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos descarnados o inframundo, también llamado Xiomoayan, término que los españoles tradujeron como infierno. Este viaje duraba cuatro días. Al llegar a su destino, el viajero ofrecía obsequios a los señores del Mictlán: Mictlantecuhtli (señor de los muertos) y su compañera Mictecacíhuatl (señora de los moradores del recinto de los muertos). Estos lo enviaban a una de nueve regiones, donde el muerto permanecía un periodo de prueba de cuatro años antes de continuar su vida en el Mictlán y llegar así al último piso, que era el lugar de su eterno reposo, denominado “obsidiana de los muertos”.

    Gráficamente, la idea de la muerte como un ser descarnado siempre estuvo presente en la cosmovisión prehispánica, de lo que hay registros en las etnias totonaca, nahua, mexica y maya, entre otras. En esta época era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar mexicano, iniciando en agosto y celebrándose durante todo el mes.

    Para los indígenas la muerte no tenía la connotación moral de la religión católica, en la cual la idea de infierno o paraíso significa castigo o premio; los antiguos mexicanos creían que el destino del alma del muerto estaba determinado por el tipo de muerte que había tenido y su comportamiento en vida. Por citar algunos ejemplos, las almas de los que morían en circunstancias relacionadas con el agua se dirigían al Tlalocan, o paraíso de Tláloc; los muertos en combate, los cautivos sacrificados y las mujeres muertas durante al parto llegaban al Omeyocan, paraíso del Sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. El Mictlán estaba destinado a los que morían de muerte natural. Los niños muertos tenían un lugar especial llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche para que se alimentaran.

    Los entierros prehispánicos eran acompañados por dos tipos de objetos: los que en vida habían sido utilizados por el muerto, y los que podía necesitar en su tránsito al inframundo.

    La época colonial

    En el siglo XVI, tras la Conquista, se introduce a México el terror a la muerte y al infierno con la divulgación del cristianismo, por lo que en esta época se observa una mezcla de creencias del Viejo y el Nuevo Mundo. Así, la Colonia fue una época de sincretismo donde los esfuerzos de la evangelización cristiana tuvieron que ceder ante la fuerza de muchas creencias indígenas, dando como resultado un catolicismo muy propio de las Américas, caracterizado por una mezcla de las religiones prehispánicas y la religión católica. En esta época se comenzó a celebrar el Día de los Fieles Difuntos, cuando se veneraban restos de santos europeos y asiáticos recibidos en el Puerto de Veracruz y transportados a diferentes destinos, en ceremonias acompañadas por arcos de flores, oraciones, procesiones y bendiciones de los restos en las iglesias y con reliquias de pan de azúcar –antecesores de nuestras calaveras– y el llamado “pan de muerto”.

    La época actual

    El sincretismo entre las costumbres españolas e indígenas originó lo que es hoy la fiesta del Día de Muertos. Al ser México un país pluricultural y pluriétnico, tal celebración no tiene un carácter homogéneo, sino que va añadiendo diferentes significados y evocaciones según el pueblo indígena o grupo social que la practique, construyendo así, más que una festividad cristiana, una celebración que es resultado de la mezcla de la cultura prehispánica con la religión católica, por lo que nuestro pueblo ha logrado mantener vivas sus antiguas tradiciones.

    La fiesta de Día de Muertos se realiza el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre, días señalados por la Iglesia católica para celebrar la memoria de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos. Desde luego, la esencia más pura de estas fiestas se observa en las comunidades indígenas y rurales, donde se tiene la creencia de que las ánimas de los difuntos regresan esas noches para disfrutar los platillos y flores que sus parientes les ofrecen.

    Las ánimas llegan en forma ordenada. A los que tuvieron la mala fortuna de morir un mes antes de la celebración no se les pone ofrenda, pues se considera que no tuvieron tiempo de pedir permiso para acudir a la celebración, por lo que sirven solamente como ayudantes de otras ánimas.

    El 28 de octubre se destina a los muertos que fueron asesinados con violencia, de manera trágica; el 30 y 31 de octubre son días dedicados a los niños que murieron sin haber sido bautizados (limbitos) y a los más pequeños, respectivamente; el 1 de noviembre, o Día de Todos los Santos**,** es la celebración de todos aquellos que llevaron una vida ejemplar, celebrándose igualmente a los niños. El día 2, en cambio, es el llamado Día de los Muertos, la máxima festividad de su tipo en nuestro país, celebración que comienza desde la madrugada con el tañido de las campanas de las iglesias y la práctica de ciertos ritos, como adornar las tumbas y hacer altares sobre las lápidas, los que tienen un gran significado para las familias porque se piensa que ayudan a conducir a las ánimas y a transitar por un buen camino tras la muerte.

    El altar de muertos

    Como ya comentamos, el altar es la representación iconoplástica de la visión que todo un pueblo tiene sobre el tema de la muerte, y de cómo en la alegoría conduce en su significado a distintos temas implícitos y los representa en forma armónica dentro de un solo enunciado.

    El altar de muertos es un elemento fundamental en la celebración del Día de Muertos. Los deudos tienen la creencia de que el espíritu de sus difuntos regresa del mundo de los muertos para convivir con la familia ese día, y así consolarlos y confortarlos por la pérdida.

    El altar, como elemento tangible de tal sincretismo, se conforma de la siguiente manera. Se coloca en una habitación, sobre una mesa o repisa cuyos niveles representan los estratos de la existencia. Los más comunes son los altares de dos niveles, que representan el cielo y la tierra; en cambio, los altares de tres niveles añaden a esta visión el concepto del purgatorio. A su vez, en un altar de siete niveles se simbolizan los pasos necesarios para llegar al cielo y así poder descan- sar en paz. Este es considerado como el altar tradicional por excelencia. En su elaboración se deben considerar ciertos elementos básicos. Cada uno de los escalones se forra en tela negra y blanca y tienen un significado distinto.

    En el primer escalón va colocada la imagen de un santo del cual se sea devoto.

    El segundo escalón se destina a las ánimas del purgatorio; es útil porque por medio de él el alma del difunto obtiene el permiso para salir de ese lugar en caso de encontrarse ahí.

    En el tercer escalón se coloca la sal, que simboliza la purificación del espíritu para los niños del purgatorio.

    En el cuarto escalón, el personaje principal es otro elemento central de la festividad del Día de Muertos: el pan, que se ofrece como alimento a las ánimas que por ahí transitan.

    En el quinto escalón  se coloca el alimento y las frutas preferidas del difunto.

    En el sexto escalón se ponen las fotografías de las personas ya fallecidas y a las cuales se recuerda por medio del altar.

    Por último, en el séptimo escalón se coloca una cruz formada por semillas o frutas, como el tejocote y la lima.

    Las ofrendas y su significado

    Las ofrendas deben contener una serie de elementos y símbolos que inviten al espíritu a viajar desde el mundo de los muertos para que conviva ese día con sus deudos.

    Entre los elementos más representativos del altar se hallan los siguientes:

    Imagen del difunto. Dicha imagen honra la parte más alta del altar. Se coloca de espaldas, y frente a ella se pone un espejo para que el difunto solo pueda ver el reflejo de sus deudos, y estos vean a su vez únicamente el del difunto.

    La cruz. Utilizada en todos los altares, es un símbolo introducido por los evangelizadores españoles con el fin de incorporar el catecismo a una tradición tan arraigada entre los indígenas como la veneración de los muertos. La cruz va en la parte superior del altar, a un lado de la imagen del difunto, y puede ser de sal o de ceniza.

    Imagen de las ánimas del purgatorio. Esta se coloca para que, en caso de que el espíritu del muerto se encuentre en el purgatorio, se facilite su salida. Según la religión católica, los que mueren habiendo cometido pecados veniales sin confesarse deben de expiar sus culpas en el purgatorio.

    Copal e incienso. El copal es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar y las de quien lo utiliza; el incienso santifica el ambiente.

    Arco. El arco se coloca en la cúspide del altar y simboliza la entrada al mundo de los muertos. Se le adorna con limonarias y flor de cempasúchil.

    Papel picado. Es considerado como una representación de la alegría festiva del Día de Muertos y del viento.

    Velas, veladoras y cirios. Todos estos elementos se consideran como una luz que guía en este mundo. Son, por tradición, de color morado y blanco, ya que significan duelo y pureza, respectivamente. Los cirios pueden ser colocados según los puntos cardinales, y las veladoras se extienden a modo de sendero para llegar al altar.

    Agua. El agua tiene gran importancia ya que, entre otros significados, refleja la pureza del alma, el cielo continuo de la regeneración de la vida y de las siembras; además, un vaso de agua sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos. También se puede colocar junto a ella un jabón, una toalla y un espejo para el aseo de los muertos

    Flores. Son el ornato usual en los altares y en el sepulcro. La flor de cempasúchil es la flor que, por su aroma, sirve de guía a los espíritus en este mundo.

    Calaveras. Las calaveras son distribuidas en todo el altar y pueden ser de azúcar, barro o yeso, con adornos de colores; se les considera una alusión a la muerte y recuerdan que esta siempre se encuentra presente.

    Comida. El alimento tradicional o el que era del agrado de los fallecidos se pone para que el alma visitada lo disfrute.

    Pan. El pan es una representación de la eucaristía, y fue agregado por los evangelizadores españoles. Puede ser en forma de muertito d e Pátzcuaro o de domo redondo, adornado con formas de huesos en alusión a la cruz, espolvoreado con azúcar y hecho con anís.

    Bebidas alcohólicas. Son bebidas del gusto del difunto denominados “trago” Generalmente son “caballitos” de tequila, pulque o mezcal.

    Objetos personales. Se colocan igualmente artículos pertenecientes en vida a los difuntos, con la finalidad de que el espíritu pueda recordar los momentos de su vida. En caso de los niños, se emplean sus juguetes preferidos.

    La cultura mexicana tiene su más colorida representación en la celebración de Día de Muertos, festividad que se ha visto retratada en diferentes expresiones culturales, las que abarcan todas las manifestaciones: desde el arte prehispánico hasta el popular de nuestros días. Actualmente, la muerte hecha objeto, la muerte representada, no nos toma por sorpresa. Para el mexicano no radica esta visión en el desprecio sino en su valoración, pues se entiende como una manifestación y una explicación del mundo, heredadas y evocadas inconscientemente.

    La fusión de ambas culturas hace del altar un producto comunicativo que evoca constantemente los elementos que le dieron origen y que lo traducen en una repetición y evocación constantes del mundo indígena y del católico, con símbolos que adquieren un nuevo significado.

    La muerte, en este sentido, no se enuncia como una ausencia ni como una falta; por el contrario, es concebida como una nueva etapa: el muerto viene, camina y observa el altar, percibe, huele, prueba, escucha. No es un ser ajeno, sino una presencia viva. La metáfora de la vida misma se cuenta en un altar, y se entiende a la muerte como un renacer constante, como un proceso infinito que nos hace comprender que los que hoy estamos ofreciendo seremos mañana invitados a la fiesta.

    Fuente http://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol25num1/articulos/altar/

    Google G Google 4.9

    La Chamana Ale es altamente calificada, paciente y solidaria, y posee un poder silencioso que desborda amor. Inicialmente recurrí a los servicios de la Chamana Ale por curiosidad, ya que tuve un vistazo de la técnica a través de la serie con Gwyneth Paltrow y "Otra Self" en Netflix, y reconocí el potencial de esta modalidad. Había secretos dentro de mí que deseaba descubrir y me sentí impulsada a investigarlos mediante este método. La Chamana Ale es altamente calificada, paciente y solidaria, y posee un poder silencioso que desborda amor. Inmediatamente me abrumó un sincero deseo de ayudarme a comprender y resolver los obstáculos que estaban obstruyendo mi progreso. Al principio, me sorprendieron un poco los mensajes que se me transmitieron; sin embargo, los exploré con compasión, confianza y una perspectiva abierta. Todavía estoy experimentando los beneficios de esta liberación, ya que ahora conozco y entiendo mejor la fuente y tengo la oportunidad de soltar lo que ya no me sirve. Gracias, Chamana Ale, por tu conocimiento, tu paciencia y tu disposición para ayudarme.

    Julie L. EE.UU.

    Fue una experiencia profundamente transformadora... Recomiendo de todo corazón sus sesiones a cualquier persona que desee crecer personalmente. Ayer tuve la oportunidad de participar en una sesión de constelación familiar con la psicóloga Alejandra León, y fue una experiencia profundamente transformadora. Desde el primer momento, Alejandra me hizo sentir segura, con su gran profesionalismo y empatía genuina que me permitió abrirme y trabajar aspectos muy sensibles de mi vida. Su orientación fue clara, respetuosa y profundamente humana, ayudándome a entender y cerrar ciclos de mi pasado que necesitaban sanación. Recomiendo de todo corazón sus sesiones a cualquier persona que desee crecer personalmente, sanar heridas emocionales y avanzar hacia una vida más plena y en paz. Gracias, Alejandra, por tu dedicación y por acompañarme en este viaje de sanación.

    Rosy EE.UU.

    Alejandra es mucho más que una terapeuta: es una verdadera guía y una luz en mi camino hacia la aceptación y el crecimiento personal. Alejandra es mucho más que una terapeuta: es una verdadera guía y una luz en mi camino hacia la aceptación y el crecimiento personal. He trabajado con ella en muchos aspectos de mi vida, y gracias a su apoyo, estoy comenzando a lograr sueños que una vez parecían imposibles. Escucha con empatía, profundiza sin juzgar, sabe cómo guiarte hacia donde necesitas ir, y sientes que realmente le importas. Nunca me cansaré de agradecerle por su presencia en mi vida.

    Ana R. EE.UU.

    Mi sesión con Alejandra fue increíble... Sentí alivio y paz, y nuevas comprensiones llegaron a mí durante y después de la sesión. Mi sesión con Alejandra fue increíble. Pudo sintonizar profundamente con nuestra constelación familiar y sacar a la luz algunas ideas muy importantes. Sentí alivio y paz, y nuevas comprensiones llegaron a mí durante y después de la sesión.

    Svemir B. EE.UU.

    Alexandra me guió a través de una constelación familiar y lo hizo con perspicacia, habilidad, simplicidad y amor... Recomiendo tu trabajo a cualquiera que busque claridad. Alexandra me guió a través de una constelación familiar y lo hizo con perspicacia, habilidad, simplicidad y amor. Gracias por arrojar más luz sobre mi situación, Alexandra, me ha sido muy útil. Recomiendo tu trabajo a cualquiera que busque claridad.

    Pearl Y. EE.UU.

    Las Constelaciones Familiares de Alejandra son las sesiones de terapia más poderosas que he tenido... Es muy talentosa y es un regalo para el mundo. Las Constelaciones Familiares de Alejandra son las sesiones de terapia más poderosas que he tenido. Te lleva directo a la causa raíz y al lugar donde nunca imaginaste que estaban tus problemas. Es muy talentosa y es un regalo para el mundo. Envié a muchos amigos hacia ella y cada uno de ellos quedó asombrado.

    Laura D. EE.UU.

    He encontrado que cada sesión es profundamente conmovedora... El tiempo y la experiencia se han sentido sagrados para mí. He asistido a 3 sesiones con Alejandra y Jay. He encontrado que cada sesión es profundamente conmovedora de una manera única. El tiempo y la experiencia se han sentido sagrados para mí, y eso no sería posible sin el cuidado y la atención de apoyo de los facilitadores. Los recomendaría a cualquiera interesado en el crecimiento y preparado para un desafío.

    Trevor K. EE.UU.

    Hacer constelaciones familiares con Alejandra fue una experiencia muy poderosa y tiene una presencia amorosa y maravillosa. Hacer constelaciones familiares con Alejandra fue una experiencia muy poderosa y Alejandra tiene una presencia amorosa y maravillosa. Altamente recomendado.

    Nathan C. EE.UU.

    Esta fue mi segunda sesión con Alejandra y como la anterior, ¡fue transformadora! Estoy emocionada de ver los cambios positivos que hará en mi vida. Esta fue mi segunda sesión con Alejandra y como la anterior, ¡fue transformadora! Estoy emocionada de ver los cambios positivos que hará en mi vida como lo hizo la anterior. ¡Gracias Alejandra!

    Maureen R. EE.UU.

    Alejandra realmente sintoniza con la Energía... Te sentirás mucho más liviano en tu Ser. Alejandra realmente sintoniza con la Energía del ambiente y sentí que era un lugar seguro para liberar y resolver problemas familiares del pasado. Recomendaría altamente a cualquiera probar sus servicios. Te sentirás mucho más liviano en tu Ser. Gratitud Infinita.

    Harry W. EE.UU.

    Profundizamos en la historia de mi familia. Alejandra me ayudó a ver las cosas desde una perspectiva diferente. Fue una gran sesión. Profundizamos en la historia de mi familia. Alejandra me ayudó a ver las cosas desde una perspectiva diferente. Experiencia increíble - altamente recomendado ❤️

    Diana P. EE.UU.

    Encuentro que la Terapia de Constelaciones Familiares es una modalidad asombrosa... Sentí que crearon un contenedor muy cálido, cariñoso y seguro. Enfrentémoslo, enfrentar nuestros desafíos de frente y crear cambios en nuestra vida no siempre es una tarea fácil. Tampoco la dirección siempre es clara y cómoda. Para obtener más perspectivas y descubrir la causa raíz de los problemas, hay una manera. A lo largo de los años, me he involucrado en muchas prácticas de sanación. Quería vivir una vida en la que pudiera prosperar en lugar de solo sobrevivir. Encuentro que la Terapia de Constelaciones Familiares es una modalidad asombrosa para esto. Realmente me ha ayudado a sumergirme profundamente dentro de mí mismo. He creado más comprensión, paz, amor, equilibrio y armonía en mi vida de una manera que siento es eficiente, tiene gracia, dignidad, empatía y compasión. Mi experiencia con Jay y Ale fue muy positiva. Sentí que crearon un contenedor muy cálido, cariñoso y seguro para hacer el trabajo necesario. Los encontré extremadamente apasionados y excelentes maestros y guías con este proceso. Espero experimentar más Talleres de Terapia de Constelaciones Familiares con ellos. ¡Aquí está el ser ilimitado!

    Bekki S. EE.UU.